Autor: Dr. Marcelo Galli Romañach
La propiedad, derecho natural, presupone un estado de libertad, autonomía y derecho intransferible. Libertad y autonomía son condiciones inherentes a cada persona e implican las bases para el desarrollo natural en un lapso cronológico. El espacio de uno no puede ser ocupado por otro, tanto física como intelectualmente, esto condiciona la existencia de individuos de aspecto y preparación diferentes.
Entiéndase por espacio vital al universo físico, espiritual e intelectual que corresponde a cada ser viviente. Este no se superpone puesto que la materia en un mismo lugar e instante no se comparten. A cada ser humano, cada animal o vegetal, animado o no, le corresponde físicamente un lugar por un lapso de tiempo variable. Cada uno es lo que es y se desarrollará bajo circunstancias propias y diferentes. Tanto el desarrollo del componente orgánico implica al mismo tiempo un incremento cognitivo e intelectual que, aunque no se manifiesten por su condición intangible conlleva la ocupación de un universo personal.
La identidad, voluntad y autonomía son también elementos que componen el espacio vital de cada uno, este puede ser variable y no está condicionado solamente por el aspecto morfológico, si no por el volumen de conocimientos adquiridos en un periodo de tiempo. Dos individuos con tiempos cronológicos similares pueden ocupar espacios vitales diferentes. Aquel que tenga mayor desarrollo intelectual en un instante existencial sin duda abarcara mayor volumen que otro individuo de menor preparación.
El espacio vital que ocupa cada uno puede ser estático o dinámico, los animales al contrario que los vegetales, crecen y se desplazan constantemente, tienen pensamientos y funciones mentales. Por tanto, desarrollan desde la escala más primitiva la inteligencia, el intelecto, raciocinio y personalidad.
El humano en el sentido biológico representa un universo vital colectivo en tanto que en un contexto socio cultural desarrolla espacios vitales inalienables, transferibles en parte para la organización de su propia existencia. Alimentación y educación son indispensables para potenciar el espacio vital individual. Cada uno representa un volumen de materia y de inteligencia, ambos parámetros ponderables. La condición física del individuo no es correlativa a su auge cognitivo. El espacio vital que ocupamos y el nivel de preparación intelectual es al mismo tiempo la condición y el resultado, donde cada uno en sus derechos, libertades y autodeterminación generará lo que en conjunto resultará en sociedades con diferentes grados de perfeccionamiento.
Individuos sanos y de intelecto desarrollados crean civilizaciones libres e independientes en sistemas o estados sin depender o servirse de los mismos. Contrariamente, individuos mediocres y pobres de moral pueden vivir y sostenerse del sistema o estado. El poder de «decisión» transferido por el soberano significa que una parte de la propiedad y espacio vital de cada uno lo toman otros, la voluntad e identidad de todos los utilizan los «gobernantes de turno», generando en la actualidad profundos conflictos de los sistemas democráticos. Pues dando poder a los menos preparados en la escala natural se crean las estructuras asimétricas y los gobiernos corruptos que cierran el círculo vicioso en los países decadentes. La propiedad, como respaldo del espacio vital de cada individuo, debe ser un derecho inalienable, para que una sociedad se convierta en una nación libre, debe estar compuesta por individuos libres en todos los sentidos.